El biodiésel de palma no es sostenible
El pasado mes de marzo se publicó en la página web de la Comisión Europea un documento del grupo de expertos sobre combustibles renovables que ponía de manifiesto lo que muchas ONGs como Greenpeace llevan diciendo tanto tiempo: el aceite de palma no es sostenible. En concreto, estos expertos se refieren a la insostenibilidad de las emisiones por el cambio indirecto de uso del terreno.
Las emisiones por el cambio indirecto de uso del terreno pueden ocurrir, según explican en el citado documento, cuando terrenos previamente destinados al pasto o a la agricultura para el mercado de la alimentación se desvían hacia la producción de combustibles o biomasa. La demanda de alimentos seguirá existiendo y podrá abastecerse de dos maneras: intensificando la producción en los terrenos actuales o convertir en terrenos productivos otros que hasta ahora no lo eran. En el último caso especialemente, el incremento de las emisiones de efecto invernadero por el cambio de uso del terreno pueden ser demoledoras, tanto peores cuanto mayor sean las cantidades de carbono, como es el caso de bosques, humedales, o tierras ricas en turba.
Para afrontar este problema, la Directiva de la Comisión Europea ha puesto unos límites nacionales al biocombistible o biomasa que supongan un riesgo de cambio indirecto de uso del terreno procedentes de cultivos destinados a la alimentación, tanto humana como de ganado, donde se observe una expansión significativa del área de producción en tierras con altos niveles de carbón. Estos límites bajarían hasta cero para el año 2030.
Pero estas reducciones no tienen por qué significar el fin de los biocombustibles, sino un cambio en la composición de éstos, sustituyendo los denominados agroaceites (aceites procedentes de la agricultura como el de colza, el de soja o el de palma) por aceites de cocina usados. El aceite de cocina usado es una alternativa mucho más ecológica, ya que convierte lo que estaba destinado a ser un residuo en una materia prima.