Numerosos informes han demostrado que el aceite de oliva encabeza las listas de los productos de la industria alimenticia más susceptible de ser un fraude. Los AOVE pueden verse adulterados hasta el punto de que no puedan ser catalogados como tal; sin embargo, algunas marcas optan por etiquetarlos como AOVE para elevar los precios de su producto en el mercado.
En la región de Palermo, Italia, se han interceptado este mes de octubre dos toneladas de aceite de oliva virgen falso, según informa la Unión Nacional de Productores de Aceite de Oliva (Unaprol). Un análisis bioquímico demostró que el producto era aceite de oliva lampante comestible, no virgen extra como indicaba su etiqueta.
El aceite lampante es un aceite de oliva virgen defectuoso. El defecto puede provenir de un problema concreto en las aceitunas (que pueden haber sido recogidas del suelo o estar demasiado maduras) o del proceso de elaboración. En cualquier caso, nos encontraríamos ante un tipo de aceite bastante ácido y que supera los 2º recomendados. Esta es la razón por la que se considera uno de los peores aceites.
Los titulares más alarmantes
El último informe de la OCU de 2018 denunciaba que de las 41 marcas de aceites de oliva etiquetados como virgen extra analizadas, solo 21 de ellas superaban la prueba sensorial de los catadores. Sin embargo, además de esta prueba se utilizan otros 20 parámetros físico-químicos para determinar si un aceite es virgen extra, y las 41 marcas analizadas cumplían los requisitos. Es por esto que se habló de «alarma injustificada» y se acabó restando importancia a la noticia.