El año pasado se llevó a cabo con éxito el viaje de una naviera de Maersk desde Países Bajos hasta China utilizando un combustible con un 20% de biocombustible de segunda generación procedente del reciclado de aceites y grasas vegetales usadas. Este proyecto, impulsado por la Coalición Holandesa por el Crecimiento Sostenible, ha supuesto el punto de partida en cuanto al transporte marítimo de mercancías impulsado con biocombustibles.
Otra de las grandes multinacionales navieras se ha convencido de los beneficios para el medioambiente que supone alimentar a sus buques con biocombustibles de segunda generación. Hapag-Lloyd quiere reducir sus emisiones de CO2 en un 50% respecto a 2008 utilizando biodiésel B20. Empezando por el Montreal Express, si esta prueba resultara exitosa, más barcos de su flota podrían operar con B20 en el futuro.
Por su parte, la coalición ha anunciado que Shell, una de sus integrantes, reforzará el acuerdo con Maersk y lo ampliará a otras grandes corporaciones como MSC y Van Oord. Además, se ha fijado el objetivo de lograr una mezcla de combustible con un porcentaje mayor de biodiésel, hasta un B50.
Algunas marcas como H&M ya están viendo el valor añadido que supone transportar mercancías en buques que utilicen estas mezclas y se están comprometiendo a contratar el producto Entrega ECO, que utiliza contenedores que viajan en cargueros movidos por biocombustibles.